El delantal blanco en los hospitales
o
El delantal blanco en las escuelas
Como siempre
nuestra querida Alicia Fernandez en “La sexualidad atrapada de la señorita
maestra” ha referido al uso del delantal blanco y expresado sus
interpretaciones al respecto pero en esta ocasión quisiera resaltar la
connotación que el mameluco inmaculado tiene sobre el posicionamiento social y
cultural del psicopedagogo.
Muchas veces
hemos discutido entre colegas (las más de las veces hemos reído) sobre la
vinculación existente entre el hacer y el status en la psicopedagogía.
Sonará controvertido
y hasta disparado por una mente resentida pero pienso que: El delantal blanco
de un hospital otorga un status especial. Se porta con orgullo. No es lo mismo
trabajar en una escuela que en un hospital. Allí “hacemos clínica
psicopedagógica”, en las escuelas “no se puede hacer tratamiento
psicopedagógico”, y esto último es realmente grave para nuestra imagen social.
Juá!
Ni qué hablar
el halo de superstar que otorga hablar de nuestros pacientitos de consultorio.
Ahí sí la cosa se pone heavy… y pobre, sobre todo en los meses de verano.
Aquello que
realmente incomoda es la actitud de algunos profesionales, los veo caminar por
los pasillos con el pecho amplio y la mirada altiva. Detrás de ellos la madre
con algún niño apurando el paso, los embisten de poderes increíbles. Con sólo
media hora de atención curan los problemas (como para no beatificarlos).
Recientemente
he acompañado a una madre, con su hijo que padece de una leve hemiparesia a
consulta psicológica. Si no iba “alguien de la escuela” no los atendían.
Ingresamos los 3 y somos atendidos por 2 psicólogas. Me llamó la atención el
tono de voz de quien dirigía la entrevista. Por qué tan elevado, en casi estado
de grito? Da más autoridad? Me sonaba a “reto, reprimenda” hacia esa madre, por
haber sobreprotegido al hijo enfermo? Por haber abandonado su lugar de mujer?
Cierto es que
en nuestro apasionado recorrido, solemos volcarnos por la escuela o el ámbito
hospitalario. En escuelas trabajamos en los equipos de orientación o gabinetes,
atendemos chicos, maestros y profesores, organizamos talleres y hasta damos
clases. A veces ocupamos cargos directivos o de coordinación.
En cambio,
ocupados más de la parte clínica, ingresamos a un hospital o sala de auxilios,
atendemos en consultorio particular, visitamos escuelas. Nos conectamos con
obras sociales, nos vinculamos con otros
profesionales, supervisamos nuestros casos.
Los dos
ámbitos son apasionantes y nos cargan de grandes satisfacciones y
frustraciones. Y cuando somos un poco “viejitos” y ya cargados de experiencias
diversas, está bueno dedicarse a la enseñanza.
Existen
profesionales que ejercen en los dos espacios (y en otros tantos). Al ser
indagados sobre preferencias o necesidades tienen muy claras sus motivaciones.
Por ejemplo, pueden decir:
En la escuela
puedo ver realmente el problema de aprendizaje
En la escuela
es tanto el conflicto que a veces permanezco encerrada
El contacto
con docentes me nutre otras miradas
El consultorio
me parece solitario y a veces me aburre
En consultorio
puedo atender bien, dar toda mi escucha y atención
El tratamiento
es más efectivo en el ámbito privado
Me fascinan
los dos ámbitos!
Son elecciones
Como también
lo son tus sentimientos hacia el otro, el otro que sufre o padece. Nunca el sufrimiento
del otro puede enaltecernos. Nunca podemos ser indiferentes ante el dolor
ajeno. Es inaceptable. Y si nos asusta, lastima,
aturde, pedimos ayuda.
Por eso mi
elección de este fragmento de la película “SER Y TENER”. La actitud del maestro
es tan cálida y a la vez generosa. Es terapéutica.
Así también
podemos ser los psicopedagogos en cualquier ámbito, cálidos y empáticos, con
una gran capacidad para escuchar, serenos, poniendo límites protectores, ayudando a pensar.
Marité Sarthe
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