jueves, 21 de marzo de 2013

La Crisis Intelectual



La crisis Intelectual


Situada en cuanto a marco teórico, la pedagogía crítica, como vimos anteriormente, fue denostada por el uso de un lenguaje inconcluso que creaba expectativas desmesuradas y con poca capacidad para propuestas alternativas.
En esta oportunidad, iniciamos una serie de presentaciones con respecto a los problemas centrales de la Pedagogía Crítica. Es importante discriminarlos, ellos enmarcan los problemas de la psicopedagogía crítica.


LOS PROFESORES Y LA CRISIS DEL INTELECTUAL


Para Antonio Gramsci una de sus formulaciones más significativas fue el papel desempeñado por los intelectuales en la producción y reproducción de la vida social. El papel de los intelectuales como fuerza política señalaba un importante cambio en la lucha cultural: el lenguaje, el conocimiento, las relaciones sociales, por un lado, y la dinámica del control y del poder, por el otro, se constituyeron en elementos centrales..
Los intelectuales se convirtieron en productores de capital cultural.
El proyecto de Gramsci, según el cual los intelectuales no sólo son considerados como creadores de la cultura dominante, sino también como una fuerza política y social fundamental en toda lucha contra hegemónica, no fue posible. El papel que podrían desempeñar los profesores como productores de formas y discursos culturales que señalen conceptos específicos de autoridad y práctica pedagógica, y cuya lógica subyacente concuerde con una teoría radical de la ética puede discutirse.
Será cuestión de redefinir el papel de los profesores como intelectuales en el concepto de autoridad que destaca la importancia de formas específicas de trabajo y práctica intelectuales en todo discurso programático orientado al desarrollo de formas de enseñanza alternativas. Esta postura es importante porque plantea un concepto de práctica intelectual nacido del compromiso, la lucha y una perspectiva ética esencial.

LOS  INTELECTUALES Y LA AUTORIDAD


 El concepto de autoridad plantea cuestiones acerca de la base política y ética de la enseñanza; es decir, cuestiona seriamente el papel que deberían desempeñar los profesores y directores de las escuelas como intelectuales a la hora de elaborar e implementar sus teorías. Un concepto de estas características define lo que la autoridad escolar significa como conjunto de ideas y práctica dentro de un contexto históricamente definido.
El concepto de autoridad emancipadora sugiere que los profesores son portadores de conocimiento crítico, reglas y valores que les permiten articular y cuestionar conscientemente las relaciones que mantienen entre sí, con los alumnos, con el objeto de su estudio y con la comunidad en general. Un concepto de autoridad de estas características desafía la idea dominante que sostiene que los profesores son, en esencia, técnicos o empleados públicos, cuyo papel consiste principalmente en implementar más que conceptualizar la práctica pedagógica.


La autoridad emancipadora también proporciona el entramado teórico necesario para que los educadores puedan definirse a sí mismos, no sólo como simples intelectuales, sino también de un modo más comprometido y como intelectuales transformadores. A la hora de enseñar  también están interesados en vincular la capacitación –la habilidad para pensar y actuar críticamente - con el concepto de compromiso y transformación social; es decir, el enseñar con fines de transformación social significa enseñar a los alumnos a asumir riesgos y a luchar en las continuas relaciones de poder para ser capaces de imaginar y fomentar aquellas posibilidades todavía no realizadas con respecto a la sociedad en general que auguran un futuro más democrático y más humano.

Los profesores pueden trabajar colectivamente con el objeto de rechazar el papel del experto, especialista o ambicioso aislado, y adoptar, en su lugar, el papel de la práctica del intelectual comprometido (El concepto de intelectual comprometido proviene de Michael Walzer, Interpretation and Social Cristicism ,Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1987).

Los profesores deben encontrar nuevos modos de participar en las comunidades en las que viven y enseñan, narrar relatos sobre las voces de aquellos a los que se ha silenciado, permitiendo así hablar a aquellos a los que se ha excluido y marginado.


¿Cuál es el lugar de la Psicopedagogía Crítica 

frente a esta problemática?

 


Bibliografía:
ALTHUSSER, L: “Ideología y aparatos ideológicos de Estado”, Laia, Barcelona, 1975
APPLE, M: “Ideología y Currículo”, Akal, Madrid, 1986
APPLE, M: “Maestros y Textos”, Paidós, Barcelona, 1989
GIROUX, Henry: “Teoría y resistencia en educación”, Siglo XXI, 1983
KEMMIS, S: El curriculum: Más allá de una teoría de la reproducción”, Morata, Madrid, 1988


domingo, 3 de marzo de 2013

Delantal Blanco



El delantal blanco en los hospitales
o
El delantal blanco en las escuelas

Como siempre nuestra querida Alicia Fernandez en “La sexualidad atrapada de la señorita maestra” ha referido al uso del delantal blanco y expresado sus interpretaciones al respecto pero en esta ocasión quisiera resaltar la connotación que el mameluco inmaculado tiene sobre el posicionamiento social y cultural del psicopedagogo.

Muchas veces hemos discutido entre colegas (las más de las veces hemos reído) sobre la vinculación existente entre el hacer y el status en la psicopedagogía.

Sonará controvertido y hasta disparado por una mente resentida pero pienso que: El delantal blanco de un hospital otorga un status especial. Se porta con orgullo. No es lo mismo trabajar en una escuela que en un hospital. Allí “hacemos clínica psicopedagógica”, en las escuelas “no se puede hacer tratamiento psicopedagógico”, y esto último es realmente grave para nuestra imagen social. Juá!

Ni qué hablar el halo de superstar que otorga hablar de nuestros pacientitos de consultorio. Ahí sí la cosa se pone heavy… y pobre, sobre todo en los meses de verano.

Aquello que realmente incomoda es la actitud de algunos profesionales, los veo caminar por los pasillos con el pecho amplio y la mirada altiva. Detrás de ellos la madre con algún niño apurando el paso, los embisten de poderes increíbles. Con sólo media hora de atención curan los problemas (como para no beatificarlos).

Recientemente he acompañado a una madre, con su hijo que padece de una leve hemiparesia a consulta psicológica. Si no iba “alguien de la escuela” no los atendían. Ingresamos los 3 y somos atendidos por 2 psicólogas. Me llamó la atención el tono de voz de quien dirigía la entrevista. Por qué tan elevado, en casi estado de grito? Da más autoridad? Me sonaba a “reto, reprimenda” hacia esa madre, por haber sobreprotegido al hijo enfermo? Por haber abandonado su lugar de mujer?

Cierto es que en nuestro apasionado recorrido, solemos volcarnos por la escuela o el ámbito hospitalario. En escuelas trabajamos en los equipos de orientación o gabinetes, atendemos chicos, maestros y profesores, organizamos talleres y hasta damos clases. A veces ocupamos cargos directivos o de coordinación.

En cambio, ocupados más de la parte clínica, ingresamos a un hospital o sala de auxilios, atendemos en consultorio particular, visitamos escuelas. Nos conectamos con obras sociales,  nos vinculamos con otros profesionales, supervisamos nuestros casos.

Los dos ámbitos son apasionantes y nos cargan de grandes satisfacciones y frustraciones. Y cuando somos un poco “viejitos” y ya cargados de experiencias diversas, está bueno dedicarse a la enseñanza.

Existen profesionales que ejercen en los dos espacios (y en otros tantos). Al ser indagados sobre preferencias o necesidades tienen muy claras sus motivaciones. Por ejemplo, pueden decir:

En la escuela puedo ver realmente el problema de aprendizaje
En la escuela es tanto el conflicto que a veces permanezco encerrada
El contacto con docentes me nutre otras miradas
El consultorio me parece solitario y a veces me aburre
En consultorio puedo atender bien, dar toda mi escucha y atención
El tratamiento es más efectivo en el ámbito privado
Me fascinan los dos ámbitos!

Son elecciones

Como también lo son tus sentimientos hacia el otro, el otro que sufre o padece. Nunca el sufrimiento del otro puede enaltecernos. Nunca podemos ser indiferentes ante el dolor ajeno. Es inaceptable.  Y si nos asusta, lastima, aturde, pedimos ayuda.

Por eso mi elección de este fragmento de la película “SER Y TENER”. La actitud del maestro es tan cálida y a la vez generosa. Es terapéutica.



Así también podemos ser los psicopedagogos en cualquier ámbito, cálidos y empáticos, con una gran capacidad para escuchar, serenos, poniendo límites protectores, ayudando a pensar.
Marité Sarthe