lunes, 31 de octubre de 2022

Idea de lo Joven

*Por Marité Sarthe

 Las intervenciones psicopedagógicas dentro de las escuelas secundarias se sostienen, en parte, en una determinada conceptualización de lo joven, de la adolescencia.

Si bien muchas de las representaciones sociales sobre el adolescente escolar lo ubican en la falta (falta de estudio, falta de interés, falta de compromiso, voluntad), de acuerdo con una perspectiva crítica de la escuela media, se piensa al adolescente en su posición de alumno como sujeto capaz de producir crítica.

Dirá Ricardo Baquero (2002) que las representaciones que el sujeto tenga sobre la escuela y en general de sus vivencias escolares, dependerá de su posición de alumno, resultado de la apropiación de ciertas prácticas escolares en las que ha estado implicado. La lógica del dispositivo escolar que promueve una fuerte dependencia, relaciones asimétricas, permanencia obligatoria, tiempos de trabajo idénticos para todos, etc. son los constituyentes duros de las prácticas de los estudiantes.

Pero la pedagogía crítica nos advierte sobre otras instancias acreditadas que son determinantes y constituyentes en la subjetividad de quien se expresa como alumno: una voz desconfirmada con frecuencia, las categorías privilegiadas de alumnos, la meritocracia, la violencia simbólica en el espacio escolar, etc., también formarán parte del sistema de representaciones que los jóvenes guarden sobre sus vivencias escolares y que puedan expresar en distintos dispositivos (talleres de reflexión, técnicas proyectivas, etc).

Ulrick Beck (citado por Reguillo Cruz, 2000) refiere que “los jóvenes practican una denegación de la política altamente política” (p.13). La expresión de Ulrick Beck considera en sí misma, esa doble capacidad del joven de reflexionar éticamente.

Esta conceptualización de lo joven sostiene las posibilidades de comprensión e interpretación de la realidad física y social que lo rodea y su capacidad para emitir juicios y reflexiones al respecto.

Piaget e Inhelder (1985) afirman que el pensamiento del adolescente es un pensamiento formal, hipotético deductivo capaz de realizar operaciones que le otorgan otra perspectiva sobre el mundo en el que acciona. Su apego a lo real ya no es constante, pasa de lo real a lo posible, pudiendo de esta forma, encontrarse con el mundo de la riqueza simbólica e interpretativa. El adolescente, toma posición frente a hechos sociales y avanza de manera considerable en la construcción de la moral y ética.

La intención del presente punto no es recopilar lo que los autores más tradicionales han estudiado sobre adolescencia, sino revalorar posturas que hacen a su desarrollo intelectual, ético y político.

Entre las muchas definiciones que existen sobre adolescencia, se prefiere la de Louise

Kaplan:

 “… criaturas patéticamente susceptibles y vulnerables, apasionadas e impulsivas, totalmente sexuales y monstruosamente egocéntricas, son, en realidad, ávidos buscadores de autenticidad moral. Por encima de todo, desean lograr algún poder efectivo sobre el mundo en que viven y al mismo tiempo permanecer fieles a sus valores e ideales. Entre los legados que sus años de adolescencia dejan a los adultos, se encuentra el impulso hacia la perfectibilidad ética. (…) No es de extrañar que no confíen en nosotros” (1996, p.11-12).

La autora reivindica la búsqueda de la autenticidad moral en una etapa en la que pasaría por un “segundo nacimiento”, tal como expresara Francoise Doltó (1989) en su libro ‘Palabras para adolescentes o el complejo de la langosta, en el que compara este período adolescente con la mutación de la langosta. En este momento, sin protección alguna, habiendo perdido su caparazón, debe desprenderse de la protección familiar y afrontar el mundo adulto quedando expuesto y con escasas defensas.

Piaget e Inhelder (1985) nos muestran cómo el pensamiento del adolescente ha evolucionado, sus estructuras mentales se transforman. Tiende a compartir sus teorías filosóficas, políticas, sociales, estéticas, musicales, religiosas, con sus pares, al principio sólo con los que piensan como él. La discusión con los otros le permite, poco a poco, la descentralización de su pensamiento (aceptar que su verdad es un punto de vista, que puede haber otros igualmente válidos, y que puede estar equivocado). Los proyectos y sueños cumplen en esta etapa la misma función que la fantasía y el juego en los niños: permiten elaborar conflictos, compensar las frustraciones, afirmar el yo, imitar los modelos de los adultos, participar en medios y situaciones de hechos conflictivos. La capacidad de interesarse por ideas abstractas le permite separar progresivamente los sentimientos referidos a ideales de los sentimientos referidos a las personas que sustentan esos ideales.

Las condiciones en que dejamos nuestra sociedad para desenvolver estos cambios no son los mejores, es así como Reguillo Cruz (2000), nos muestra una realidad en la que poco facilita las tareas del adolescente. La búsqueda de una sociedad inclusiva y democrática se estrella contra el deterioro económico, el descrédito de las instituciones políticas, el debilitamiento de la escuela.

En este contexto de desesperanza, se reflexiona sobre los jóvenes, sobre sus maneras de entender y ubicarse en el mundo. Reguillo Cruz enfatiza “La anarquía, los graffitis urbanos, los ritmos tribales, los consumos culturales, la búsqueda de alternativas y los compromisos itinerantes, deben ser leídos como formas de actuación política no institucionalizada y no como las prácticas más o menos inofensivas de un montón de desadaptados.” (2000, p. 111).

De alguna manera, estas expresiones motivan a “leer” con otra mirada sus formas de ser y estar, de los jóvenes en la escuela secundaria.

 

 

Referencias

Baquero, R. (2002). Las concepciones del alumno y el dispositivo escolar. Disponible en https://www.unrc.edu.ar/publicar/cde/05/Baquero.htm

Doltó, F. (1989).  Palabras para adolescentes o el complejo de la langosta.  Buenos Aires, Argentina: Ed. Atlántida.

Kaplan, L. (1996). Adolescencia, el adiós a la infancia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós.

Piaget, J. Inhelder, B (1985). De la lógica del niño a la lógica del adolescente. Buenos Aires Argentina: Paidós.

Reguillo Cruz, R. (2000). Emergencias de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Bogotá, Colombia: Grupo Editorial Norma.

 

*Sarthe, María Teresa. Mgter. en Educación (USal). Lic. en Psicopedagogía (USal). Esp. en Psicoanálisis y prácticas socioeducativas (FLACSO).